Desearás perderte querrás evadirte
Cuando vengas querrás perderte por los recovecos de sus calles empedradas, estrechas y sinuosas, diseñadas cuando nacía la villa a mediados del siglo XIV para resguardar a los vecinos de las inclemencias. No escaparás al encanto de las “regueras”, las acequias a mitad de calle, por donde fluye el agua para el regadío de las huertas colindantes.
Pero, lo que te atrapará definitivamente es ese llegar y sentirte como en casa que te regala su arquitectura hecha para el bien vivir, orgánica, repleta de belleza y que, a cada paso, te permitirá encontrar vestigios de un glorioso pasado señorial que da buena prueba de la vibrante historia de la villa.